Vivimos conectados a la pantalla, pero ¿sabemos quién hay detrás? ¿A quién le abrimos las puertas de nuestras vidas? ¿Quién decide qué vemos y compartimos? Recibimos más información que nunca, pero ¿cómo podemos estar seguros de que no son noticias falsas? Cada vez más gente en el mundo sabe leer y escribir, pero ¿cuánta sabe protegerse frente a los peligros de la red? Contamos con su voz para debatir estos temas en el Campus AMI de DW Akademie.
Desde que nos despertamos y comprobamos si tenemos nuevos mensajes hasta que revisamos las redes sociales por última vez antes de acostarnos, la cantidad de información que recibimos en un solo día es abrumadora. En un solo minuto, se suben 500 horas de video a Youtube, se comparten 150.000 mensajes en Facebook, se publican más de 47.500 historias en Instagram y más de 2.700 personas instalan TikTok. En un minuto. Nunca antes tuvimos un acceso tan directo a la información y, sin embargo, no por ello la información que recibimos es de calidad. Vivimos más conectados que nunca a través de las redes sociales, pero, en muchos casos, las pantallas tan solo agravan la soledad y vulnerabilidad de aquellos que son víctimas de discriminación. Tanto la información como las plataformas de comunicación pueden ser poderosas aliadas para mejorar nuestra calidad de vida, pero también se pueden convertir en nuestra peor pesadilla.
Las grandes preguntas en torno al uso de los medios incluyen cómo digerir el exceso de información, cómo alzar nuestra voz en medio de tanto ruido, cómo detener la manipulación a la que están sometidas nuestras propias decisiones y cómo evitar que el odio se imponga como norma en la red. Dar respuesta a estas encrucijadas es aún de mayor importancia en países como Guatemala, donde la edad media de la población es de poco más de 20 años y el número de muertes violentas es de los más altos del mundo. Esta combinación de juventud y violencia aumentan los riesgos que ya de por sí representa el uso de las redes sociales. Aquellos que voluntariamente comparten información privada en línea, por ejemplo, pueden convertirse en blancos fáciles de secuestro y extorsión.
Precisamente, tratar de dar con la fórmula para atajar estos dilemas es el objetivo del Campus AMI 2020, un encuentro digital organizado por DW Akademie, que arrancó con dos sesiones cargadas de testimonios tan impactantes como esclarecedores. En la sesión inaugural, la poderosa voz de cinco mujeres, expertas en comunicación y educación, resaltó la importancia de un pensamiento crítico y de convertir el uso de medios en un pilar de la educación de las nuevas generaciones, tanto en casa como en las escuelas. En la segunda sesión, el racismo en redes tomó el protagonismo, con el respaldo de un grupo de profesionales que desenmascaró el lado menos amable de las redes a través, entre otros, de los tan queridos memes. Ambas sesiones estuvieron acompañadas por la indispensable voz de la audiencia.
Más allá del abecedario
Aprender a leer y escribir es esencial para poder desarrollarnos con plenitud en el mundo moderno, pero el significado de la alfabetización ya no se limita a juntar letras. Ahora, la riqueza del conociendo pasa por saber utilizar los medios de información y comunicación, cada vez más variados y presentes en nuestro día a día. La Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) no incluye únicamente cómo usar un teléfono inteligente o cómo encontrar la información adecuada en la red, sino también cómo identificar las noticias falsas, cómo defenderse frente a los ataques de odio que se perpetran bajo el anonimato de internet o cómo crear contenido en línea sin por ello exponer información íntima que nos haga vulnerables.
Mientras que, en algunos países, el uso de los medios ya forma parte de los programas educativos y los currículos escolares, en muchas regiones del mundo la AMI sigue siendo una gran deuda pendiente. Lo cierto es que la mayoría de la población mundial sigue siendo “analfabeta” cuando se trata de leer y escribir en medios, aunque mirar la pantalla del celular ocupe gran parte de nuestro día. Para rematar la complejidad del asunto, la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 dejó a millones de niñas, niños y jóvenes en el mundo confinados en sus casas. En América Latina, 165 millones de estudiantes no pudo seguir con las clases presenciales. Mientras una parte de ellos accede a clases con el apoyo de las tecnologías digitales, para otra gran mayoría la cuarentena ha significado la interrupción de su educación. El acceso a la tecnología es, sin duda, un paso importante para el desarrollo de la AMI y, como destacó Lucía Verdugo, oficial nacional de educación con UNESCO, sigue siendo una “deuda nacional” en países como Guatemala. Sin embargo, más allá de la tecnología, lo primordial es otorgar a los jóvenes las competencias necesarias para navegar sin riesgos por el mundo de la información. La información engañosa no solo existe en internet, también puede proceder de círculos cercanos como familiares y amigos. Sin acceso a la educación y sin conectividad, miles de jóvenes quedan encerrados en entornos que dificultan una actitud crítica hacia la información.
En paralelo al acceso a los medios de comunicación, es fundamental incluir la AMI en el ámbito educativo e invertir en la formación de los docentes. “Necesitamos maestros que puedan enseñar a sus estudiantes a desarrollar un pensamiento crítico”, apuntó María del Carmen Aceña, ex ministra de Educación en Guatemala. El mejor ejemplo es el contenido viral, en el que suelen predominar las noticias falsas y que apela a nuestras emociones y aspira a anular nuestra parte racional, de ahí la importancia de reflexionar antes de compartir. Tal como señaló Cristina Soto, experta en AMI de la Asociación Comunicares: “Lo viral suele apegarse a nuestras emociones, más que a algo que nos implique analizar.”
Toda información conlleva una intención; puede ser honesta, pero también puede responder a intereses ideológicos o de cualquier otra índole. Cada vez que compartimos un contenido sin verificar su procedencia o sin dudar sobre su intención, estamos contribuyendo a la desinformación. La AMI capacita para juzgar sobre dicha intención y evitar que caigamos en la trampa de fomentar esos mecanismos de desinformación o discriminación. Ser alfabetizado también significa saber expresar una opinión sin ofender a nadie ni violar ningún derecho.
Aunque acciones tan cotidianas como reenviar por WhatsApp o compartir en Facebook pueden parecer inocentes, lo cierto es que tienen un impacto del que apenas empezamos a ser conscientes. Oneida Rodas de Comunicares compartió cómo, lamentablemente, el acoso en redes (o cyberbullying) puede llevar a los jóvenes a decisiones tan extremas como el suicidio. Según Rodas, “para las y los adolescentes, el mundo digital es la realidad”. De hecho, al ser la línea entre esos dos mundos tan delgada, el discurso de odio en redes a menudo se transforma en una amenaza real, ya que, por ejemplo, grupos violentos utilizan estas plataformas para organizarse, apuntó Roberto Rojas, jefe de la Sección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad del Departamento de Inclusión Social de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La peligrosa careta del humor
“¡Qué importa! Es solo una broma”. Bajo este tipo de comentarios se esconden dañinos comportamientos que incitan a la discriminación, pero circulan por las redes con total impunidad. Los memes, por ejemplo, inciden en gran cantidad de ataques racistas o machistas que todos consumimos con una sonrisa en la boca y sin alarmismos, pero cuyos mensajes van calando en nuestra conciencia, moldeando y aumentando la vulnerabilidad de los grupos que sufren discriminación. El racismo en redes es una amenaza especialmente palpable en países con diversidad étnica y lingüística, tal como señaló Esther Mamani, de la red boliviana ATB, y que se promueve con gran facilidad por la falta de marcos reguladores en las redes sociales. Identificar y denunciar los discursos de odio todavía es un gran reto. “Bajo el rótulo del derecho a opinar, hay gente que cree que tiene derecho a discriminar”, apuntó Mamani. Y ese reto se supera con AMI.
La discriminación es independiente de las redes sociales, como dijo Cristina Soto. Sin embargo, las plataformas en línea son el altavoz idóneo para el discurso de odio. Solo un espíritu crítico permitirá frenar su difusión y ganar en seguridad frente a la pantalla. Los jóvenes son particularmente vulnerables frente a los tentáculos de la desinformación y las redes sociales, pero también son quienes cuentan con el poder para reconducir su relación con éstas. Así concluyó Esther Mamani, “la conciencia de los jóvenes no está dormida, hay que saber atraparla y conducirla.” Solo les falta un empujón para despegar y la AMI es el motor de ese impulso.
El poder de transformación está en nuestras manos. Es el momento de decidir si queremos ser dueños de nuestras decisiones, de lo que vemos y compartimos en redes, de nuestra privacidad y de nuestro derecho a una información veraz, y pasar a la acción. Desde hoy, podemos frenar el ritmo frenético de las noticias falsas y la desinformación, podemos denunciar el discurso de odio y la discriminación, podemos contribuir a la alfabetización de nuestro entorno.
La Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) se entiende como el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes para que la ciudadanía pueda generar pensamiento crítico que le pueda ayudar a interactuar de forma efectiva, consciente y adecuada con los medios de comunicación y otros proveedores de información, con el objetivo último de que cada ciudadano pueda ejercer sus derechos de acceso a la información y a la libre expresión.
DW Akademie América Latina trabaja en el campo de Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) desde 2017 en Guatemala, con el fin de enseñar habilidades que posibiliten un pensamiento crítico en el consumo de medios de comunicación por parte de jóvenes de distintos grupos culturales. Asimismo, DW Akademie promueve la AMI en más de 20 países de todo el mundo con el objetivo de ayudar a los ciudadanos a ejercer su derecho a la libertad de expresión y al acceso a la información de manera libre.
Campus AMI es el encuentro digital con los medios de comunicación. Todos los jueves y sábado de octubre y noviembre por las redes sociales de DW Akademie América Latina.